Vamos a hablar un ratito sobre cómo fue la primera visita oficial de Mons. Lefebvre en la Argentina, en 1977. En la Manzana de las Luces a la 15.20 hs. Por la mañana, misa pontifical celebrada por Mons. Fellay en Venezuela 1320, 11 hs. Están cordialmente invitados.
Hace algún tiempo, Francisco destituyó al Card. Raymond Burke de la Prefectura de la Signatura Apostólica de la Santa Sede, que es como la “Suprema Corte” de la Iglesia. Parece obvio que fue a causa de la resistencia que el Cardenal Burke ofreció a las ideas propuestas oficialmente por los Sínodos de la Familia.
Tras su destitución fue nombrado Cardenal Patrono de la Orden de Malta. A poco, cuando el Card. Burke firmó junto con otros tres, dos ya fallecidos, las famosas “dubia” que permanecen sin respuesta formal, Francisco realizó algunas maniobras que dejaron mal parado al buen cardenal norteamericano. Lo respaldó para obrar una limpieza de masones infiltrados en la Orden, y cuando el cardenal actuó en conjunto con el entonces Gran Maestre, este último fue el destituido por la Santa Sede, en un acto de presión del propio Francisco, no solo ilegal sino sin precedentes. A su vez Francisco nombró una intervención en la Orden que dejó al Cardenal Burke , legalmente patrono, depuesto de facto de su cargo.
Hace unos días Burke fue nombrado nuevamente miembro (no Prefecto) de la Signatura Apostólica. Aún está pendiente la publicación de la “corrección fraterna” ya por él anunciada.
Ypara echar más tinieblas sobre las tinieblas aparece una grabación de audio de una intervención del Card. Burke en los EE.UU. durante un congreso o jornada sobre la liturgia (en Medford, Oregon, EE.UU. el 15 de julio de 2017)donde responde a una pregunta sobre la licitud de recibir los sacramentos de manos de sacerdotes de la FSSPX. La respuesta del Card. Burke en el tono pausado y desapasionado que lo caracteriza es en síntesis: la FSSPX es cismática. El levantamiento de las excomuniones a sus obispos es un acto irregular, una suerte de anomalía, porque ellos no se retractaron de su acto de cisma. Y los sacramentos que celebran son ilícitos, aunque válidos, inclusive el permiso para casar otorgado por el Papa Francisco (nada dice de la jurisdicción para confesar, ya previamente reconocida). La verdad es que son “anomalías” canónicas, dice el cardenal. La FSSPX no tiene un estatus canónico legal.
Si han llegado hasta acá los felicito. El embrollo es fenomenal.
Sin pretender meter la cuchara en donde no se debe, parece que el Card. Burke tiene razón. Salvo en lo del cisma, ya reconocido por la Santa Sede, y lo de la ilicitud. Los sacramentos son lícitos porque se sustentan en el “estado de necesidad”, principio excepcional pero fundamental de la ley canónica, puesto que la Ley Suprema de la Iglesia es la salvación de las almas y las cuestiones canónicas se subordinan a ella.
El cardenal es canonista. Su visión de las cosas formalmente parece correcta, pero también ingenuamente legalista, ya que millones de almas están en peligro de condenarse porque una gran parte del clero, con la venia del propio Papa Francisco, justifica actos inmorales, intrínsecamente malos, o heretiza ofreciendo sacramentos bajo formas írritas e inválidas y confundiendo a los fieles en su Fe. Es una situación excepcionalísima.
Francisco es un maestro del maquiavelismo. El cardenal Burke, tantas veces enredado y maltratado por él, es un buen hombre, quizás excesivamente ingenuo. Francisco lo usa para dividir la resistencia tradicionalista, y él se deja usar tal vez sin siquiera sospecharlo. Y también parece un hombre recto, coherente con sus principios. Se podría invocar en contra de su opinión que la Santa Sede reconoció hace casi 20 años la licitud de asistir a las misas de la FSSPX, y más tarde la jurisdicción para confesar y casar. Pero sería un argumento legalista del mismo tenor que él usa. Y ciertamente estas concesiones son anómalas. En el sentido literal de la palabra. Pero también el papa está por sobre la ley canónica, no por sobre su espíritu.
Se verá finalmente si llega hasta el fondo con la “corrección fraterna” y sus consecuencias, es decir, no ya una acusación de parte de miembros de la Iglesia como ha sido la “corrección filial”, sino avalada por el Colegio de Cardenales, o una parte de él, que tienen autoridad canónica porque son los electores y consejeros naturales del papa.
Créannos a los argentinos. Lo conocemos bien. Francisco es capaz de robarles las medias sin quitarles los zapatos.
" ... El mensaje de Fátima es, sí, un mensaje de amor, pero a la vez y por lo mismo es un mensaje de rigor, de severidad, de seriedad. Después de la aparición, los pastorcitos de Fátima dejaron de jugar. Dejemos entonces de jugar.
“Sí, tenemos que repetírnoslo en primer lugar a nosotros los sacerdotes. La Virgen nos dijo “Rezad y haced penitencia por los pecadores”. La Fraternidad San Pio X recibió una gracia de preservación en este tiempo de prevaricación y nosotros, sus sacerdotes, quizás no terminamos de tomarlo en serio.
“Padres de familia, quizás tampoco ustedes terminan de tomarse en serio la paternidad. Cuantos papás están perdiendo el tiempo con Internet, cuantas mamás yendo de aquí para allá, cuando la educación de los hijos exige tanta dedicación. La Virgen dio una lección de cómo educar a los hijos. Su pedagogía con los pastorcitos, tan amorosa pero tan exigente, o mejor: tan amorosa y por eso mismo tan exigente -pues la realidad es severa-, no es una pedagogía extraordinaria para niños visionarios, es ejemplo para todos los papás y mamás. Una mamá tiene que poder decirles a sus hijos:“No temas, mi corazón será tu refugio y el camino que te llevara a Dios”. Si los papás tienen un amor generoso y providente con sus hijos, podrán ser exigentes con sus defectos de niños, educándolos para Dios, pues los tiempos no permiten otra cosa.
“Queridos jóvenes, no pueden perder el tiempo como tantos lo pierden, descuidarse con la curiosidad, ser católicos y hasta decirse defensores de la Tradición mientras se toman la tercera y cuarta cerveza.
“Queridas jovencitas, cuantas de ustedes están hechas unas cotorritas charlatanas por cuanta vía les ofrece el celular, pintaditas como papagayos y tentadas por las modas inmodestas, que son las que más abren camino al abismo que aterrorizó a los pastorcitos de Fátima. Jacinta sabía gracias a la Virgen que estas modas estaban por llegar y así, pequeñita y todo como era, advertía con palabras mucho más serias que las nuestras.
“Dejemos entonces de jugar. Los tiempos son muy serios, seamos más serios, el amor verdadero es serio. Entonces recemos, recemos más, que no nos falte ningún día rezar el Santo Rosario y que no faltemos a ninguna Misa de las que podamos ir. Y hagamos penitencia, la penitencia sobre todo del deber de estado que, si lo tomamos en serio, es constante y muy grande. Y vendrán ciertamente más calamidades, porque el mundo no sólo no se ha convertido, sino que ha seguido cada vez peor, pero no temamos, pues tenemos el refugio del Inmaculado Corazón."
Sin la pretensión de ser literal en las citas, quisiera resumir algunas de las palabras y conceptos que Mons. Bernard Fellay expresó en su extendida conferencia en La Manzana de las Luces, el domingo 8 de octubre, como culminación de una jornada celebratoria de los 40 años del viaje de Mons. Lefebvre a la Argentina (1977) que dio inicio inmediatamente a la instalación de la FSSPX en América del Sur a partir de Buenos Aires.
El tema de su exposición era la Historia de la Fraternidad, pero el obispo quiso pasar muy rápido por los inicios y los problemas que llevaron a las sanciones canónicas, para concentrarse en los años recientes. En particular en los pontificados de Benedicto XVI y Francisco.
Un concepto que marcó todo el relato: en Roma hay una profunda división. La elección de Benedicto XVI, el papa Ratzinger, suscitó grandes esperanzas en los sectores conservadores de la Iglesia. El pontífice, sin embargo, a pesar de la concesión de los pedidos preliminares a la FSSPX para iniciar un diálogo teológico entre representantes designados por ambas partes, nunca dejó de considerar al Concilio Vaticano II como una iniciativa necesaria y beneficiosa para la Iglesia. Y si lamentó más de una vez ciertas consecuencias “no deseadas”, las atribuyó a la existencia de un “concilio de los medios”, es decir una versión mediática distorsionada, que fue –según él- motivo de confusión de los fieles y también de la mayoría del clero del llano. Ratzinger siempre ha insistido en la necesidad de interpretar el Concilio a la luz de la “tradición”, y de allí la famosa fórmula de la “hermenéutica de la continuidad”.
Pero, afirmó Mons. Fellay, si todo hubiese sido producto de una distorsión de los “medios”, ¿dónde estaba la jerarquía de la Iglesia para corregir y encarrilar estas desviaciones? Por otra parte, la hermenéutica de la continuidad supone que todos los textos del concilio pueden ser interpretados en un sentido ortodoxo, lo cual en muchos casos es imposible. Ciertos textos sólo se pueden aceptar como una continuidad del Magisterio (libertad religiosa, por ejemplo) si se traiciona el sentido del magisterio y de la tradición. Si se los redefine en un sentido evolutivo, disfrazado bajo el engañoso concepto de “tradición viva”. Y, ciertamente, obviando el principio de contradicción.
No se ha tratado de un Concilio que formuló la explicitación de verdades implícitas en el Magisterio anterior, o en la Revelación, sino que propuso afirmaciones contrarias a ellos en muchas oportunidades.
Tan grave como esto y más pernicioso, sin embargo, ha sido la deliberada ambigüedad de los textos. Esto fue posible porque las autoridades designadas para las diversas comisiones antes del Concilio fueron removidas por medio de un “coup d’etat” tolerado por el papa, que causó gran escándalo en su momento. Se ampliaron las comisiones para imponer nuevos miembros liberales, en número suficiente como para ganar las votaciones y replantear los esquemas; se archivaron los ya preparados y se presentaron nuevos esquemas de discusión con textos escandalosos, como salidos de la nada. Los padres conciliares que formaron un bloque de resistencia fueron siendo debilitados por el desánimo al ver que el papa se ponía del lado de los revolucionarios, permitiendo que personas tan venerables como el Card. Ottaviani fuera ridiculizado mientras hacía una fogosa defensa de la doctrina tradicional.
El resto de la “resistencia” conservadora se debatió en el campo de la negociación, con el objetivo de mejorar los textos lo más posible, llegando a puntos de compromiso en muchas formulaciones ambiguas. Esta era la batalla que en realidad los neomodernistas querían ganar. De allí vendría ese posconcilio desenfrenado bajo la inspiración de textos oscuros con los que resultaba fácil torcer la doctrina. Las pruebas de que no hubo meramente un “concilio de los medios” sino una adopción entusiasta de la nueva orientación promovida desde el papado mismo son tantas que sería imposible enumerarlas. Pero “Asís” es quizás la evidencia paradigmática.
Los contactos entre Roma y la FSSPX
Tras las consagraciones episcopales de 1988, hubo un tiempo de ruptura de contactos de carácter oficial, aunque las relaciones con algunos prelados de alto rango, cardenales en general, no era raras. Cuando el jubileo del año 2000 la FSSPX quiso hacer una reafirmación de catolicidad asistiendo masivamente en peregrinación a Roma, en compañía de otros institutos amigos. La impresión que causó en la Curia Romana y en los fieles fue muy fuerte. Para unos fue la evidencia de que el tema ya no se podía postergar más. Para otros, una esperanza de restauración.
Mons. Fellay contó diversas anécdotas sobre la calidez con que los romanos recibieron a la Fraternidad, algunos de ellos de alta jerarquía, como un general de carabineros que en pocos minutos organizó la liberación de una avenida muy transitada para que los tradicionalistas pudieran marchar procesionalmente hasta la Plaza de San Pedro. Fue una maniobra muy compleja por la densidad del tránsito y las lógicas complicaciones. Cuando le fue agradecido el servicio, respondió: “Es un honor para mí”. Y así varios testimonios más sobre la buena recepción de muchos fieles y clero, admirados al ver ante sus ojos la resurrección de la Iglesia como la habían conocido algunas décadas atrás.
Esta impresión movió a los cardenales más cercanos a la FSSPX a promover iniciativas de acercamiento. La buena disposición de estos, y hasta de los papas, Juan Pablo y luego Benedicto chocaba siempre con las poderosas “segundas líneas”. Así le reveló el cardenal Castrillón Hoyos a Mons Fellay. La comisión de cardenales reunida por el papa Woytila para decidir sobre la liberación de la Misa Tradicional decide a favor y la recomienda. Pero “los secretarios y subsecretarios” se oponen y la bloquean. Oficiales de segundo rango tenían el poder de bloquear las decisiones de sus superiores… Algo que todavía sucede y resulta evidente en más de un caso.
Con todo, Benedicto dio un paso central, afirma Mons. Fellay, al publicar el Motu Proprio Summorum Pontificum, solicitado no para beneficio de la FSSPX sino para el resto de la Iglesia. Ese documento, con todas su falencias, es un paso fundamental: el reconocimiento de la libertad de todo sacerdote para rezar la Misa Romana tradicional y hacer uso de todos los libros litúrgicos, que son varios y cubren todas las necesidades pastorales, incluyendo las ceremonias episcopales. Esa libertad fue declarada completa y no requiere ningún tipo de autorización, aunque ahora se esté buscando restringirla nuevamente.
Naturalmente, en la práctica las presiones en contra de parte de muchos, la mayoría de los obispos, son muy grandes. Pero aún así, el crecimiento de la Misa Tradicional en diez años ha sido exponencial. Cientos de sacerdotes que “han encontrado su identidad sacerdotal” al celebrar la Misa y que no volverán a la nueva.
Después de la supresión de las excomuniones, se inició el diálogo teológico que, ha dicho Mons. Fellay, fue en cierto modo un fracaso. Tan solo sirvió para afinar los puntos de divergencia. Roma exigió siempre el reconocimiento del Concilio sin reservas así como la admisión de que la nueva misa no solo es válida sino lícita y provechosa para las almas. Sobre la validez, la Fraternidad nunca puso objeción, aunque actualmente, dada la deriva de las ceremonias en un maremágnum de inventos y representaciones disparatadas, se puede presumir un altísimo porcentaje de invalidez. Sobre la licitud, siempre ha sostenido que debilita la Fe y lleva confusión, aún en sus formas más prolijas.
Desde Roma, afirmó el obispo, hubo una suerte de doble discurso. Por un lado, privadamente, se aseguraba a la FSSPX que no se les pediría que aceptasen el Concilio sin reservas. Por otro, las declaraciones públicas afirmaban lo contrario. A la hora de hacer una presentación definitiva para discutir en el Capítulo General Extraordinario de la FSSPX reunido ad hoc, un mensaje del Papa Benedicto mismo confirmó lo anunciado en las declaraciones públicas. Se volvía a las mismas exigencias de siempre. Nuevamente le habían doblado el brazo a Benedicto, hombre de un temperamento débil y algo depresivo.
Marcha atrás en las iniciativas litúrgicas de Benedicto
A poco de abdicar Benedicto y llegar al pontificado Francisco, Roma da un golpe de timón a un modernismo mucho más agresivo. Su orientación es una clara continuidad del Concilio, sin sutilezas ni distinciones. Muere la teoría de la “hermenéutica de la continuidad” sentenciada por Francisco, así como la pretensión de una “reforma de la reforma” litúrgica, eslogan ambiguo que entusiasmó a muchos. Porque podría entenderse como una necesaria transición en etapas para ir reeducando a los fieles y al clero en materia litúrgica. Pero Francisco ha decretado que no habrá tal cosa, y a quienes lo desafiaron en la materia los condenó al ostracismo.
Mons. Fellay ha contado que en diálogo con el Card. Ranjith éste le decía que para llegar a restaurar el Rito Romano se precisarían varias generaciones educadas en una suerte de liturgia mejorada gradualmente, teniendo como modelo a la Misa Tradicional. Otros preveían, sin embargo, un “mutuo enriquecimiento” de las “dos formas del rito” difícil de comprender. El dilema se ha resuelto: más innovación en manos de las conferencias episcopales.
Francisco, los conservadores y los tradicionalistas
Francisco, que ha perseguido de inmediato a algunos institutos de orientación más tradicional, sin embargo ha hecho concesiones incomprensibles a la FSSPX. La primera de ellas, poco conocida, fue rechazar la excomunión de sus miembros, mediante un decreto ya preparado por el Card. Müller, entonces Prefecto de la Fe, e impulsado por él.
Siguieron luego varias concesiones “anómalas”, como diría recientemente el Card. Burke. Jurisdicción para confesar, jurisdicción para casar, legalización en la Argentina, donde el Card. Primado de Buenos Aires garantizó al Estado nacional que la Fraternidad es parte de la Iglesia Católica. Iniciativa que ya había tomado el propio Francisco como Arzobispo de Buenos Aires y era resistida desde el sector “católico” de la Secretaría de Culto de la Nación. Sobre las causas de este comportamiento, Mons. Fellay se pronuncia desconcertado, aunque él tiene una opinión que ya ha expresado en otras ocasiones. Sin embargo, solo pueden proponerse conjeturas.
Naturalmente, el tema del Card. Burke y su sonada declaración en la que afirmó que la FSSPX está en cisma y no puede administrar los sacramentos en forma lícita, era un ítem esperado por el público. Mons. Fellay dijo textualmente. “Lo que dijo el Card. Burke es una estupidez, pero él no es un enemigo”.
Justificó este juicio advirtiendo que el cardenal norteamericano en materia legal es un “positivista”. Se rige inflexiblemente por la letra de la ley. Ciertamente estas declaraciones fueron hechas en un ámbito relativamente privado, en el marco de una conferencia sobre liturgia en los EE.UU. y la pregunta resultó incómoda para el cardenal. Pero esto que dijo es lo que piensa. Con todo, el tema no deja de presentar ribetes sorprendentes. Tan paradójica es la situación que después de estas declaraciones tan fuertes, el propio cardenal escribió a Mons. Fellay pidiéndole ayuda para un sacerdote de su amistad que desea formar un instituto religioso tradicional… ¿Alguien lo puede explicar?
No puede descartarse una cierta manipulación de los hechos. La aparición del audio a poco de conocerse su designación como miembro de la Signatura Apostólica, el más alto tribunal de la Iglesia del que Burke fuera cabeza antes de ser destituido por Francisco, es sospechosa. La sucesión de hechos parece dirigida a sugerir que el Card. Burke ha “traicionado” sus convicciones por un puesto en la Curia. Una visión un tanto ingenua. El cargo es irrelevante para él, y el destino de Burke, ya sellado al sostener las dubia y anunciar una corrección al papa Francisco no puede ser otro que el ostracismo. Esta jugada busca dividir y desanimar a las filas tradicionales.
Algo, definitivamente, ha cambiado en la situación de la Iglesia
Finalmente, lo que marca, en la convicción de Mons. Fellay, un punto de inflexión en esta crisis de la Iglesia es el conjunto de circunstancias que concurren bajo Francisco:
- una activa resistencia a la desviaciones doctrinales en materia moral, respaldada por personalidades de alta jerarquía, como cardenales, arzobispos, mucho clero y un conjunto muy relevante de académicos católicos, algunos de los cuales ya han sido privados de sus cátedras por estas declaraciones. Algo sin precedentes. Ningún otro papa conciliar suscitó tal resistencia cuando lideró o toleró desviaciones tan o más graves, en materia de Fe. Tan solo la FSSPX opuso esa resistencia que ahora se va generalizando.
- la continua afluencia de mensajes de apoyo tanto de cardenales como obispos que recibe la FSSPX. “Sigan adelante, resistan, no depongan las armas”.
- finalmente, otra paradójica situación que causó la hilaridad de los asistentes al ser referida. Contó que el Card. Müller, el mismo tradicional enemigo de la FSSPX, el del decreto de excomunión que Francisco mandó archivar, le pidió a Mons. Fellay el auxilio de la FSSPX. Sin duda hablaba también en nombre de otros cardenales. La ayuda consistiría en que “se integren a la Iglesia para ayudar a combatir a los modernistas”.
Como dijo una dama al fin de esta exposición, que subió al escenario para recibir un homenaje por su largos servicios a la Fraternidad en la Argentina: “Después de escuchar estas cosas, lo único que nos queda claro es la confusión”.
Resistir, velar y orar. Fátima más vigente que nunca.
Entrevista (audio) subtitulada en español. Breve y muy esclarecedora sobre la opinión del P. Malachi Martin, autor de novelas tan renombradas como "El Último Papa", "Vaticano", y otras obras sobre la crisis de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II. El fue secretario del Card. Bea, en época de Juan XXIII y afirmó conocer el "Tercer Secreto de Fátima". Murió repentinamente en condiciones todavía no aclaradas, según sus amigos más cercanos.
El Padre Gleize, profesor de uno de los seminarios de la FSSPX, escribió una serie de artículos de 9 partes sobre la herejía papal. Hace unos días, le realizamos una entrevista sobre la gran precisión teológica presentada en su extraordinario trabajo.
FSSPX EUA: ¿Podría resumir sus artículos para todos aquellos que no han tenido la oportunidad de leerlos?
P. Gleize: Lo que intenté hacer fue proporcionar varios elementos de una respuesta al grave problema planteado para las conciencias católicas por Amoris Laetitia, y además, hablando más generalmente, por toda la actitud del Papa Francisco. Está claro que el papa no es absolutamente infalible, fuera de las condiciones específicas indicadas en la revelación divina. Por lo tanto, puede estar sujeto a cometer errores. ¿Es posible que llegue a caer en la herejía? Y si eso sucediera, ¿perdería el pontificado? La respuesta a estas preguntas no es simple, porque involucra varias interpretaciones teológicas. Podemos decir que el papa puede caer en la herejía, pero que sólo Cristo tiene la autoridad sobre él para relevarlo de su cargo.
Bajo esas circunstancias, ¿se puede decir que el Papa Francisco se aventura en la herejía en Amoris Laetitia? La herejía es adoptar una postura teorética contraria al dogma; Francisco no niega el dogma en la teoría, pero autoriza una disciplina y una práctica contrarias a aquellas que normalmente se derivan de la doctrina de la Iglesia. Amoris Laetitia reafirma la indisolubilidad del matrimonio, pero afirma que es posible tratar a las personas divorciadas y vueltas a casar como si su actitud no constituyera una negación de la indisolubilidad. Es como decir: sí, crean en el dogma, pero en la práctica pueden comportarse como si el dogma no fuera cierto. Esa sería la "herejía" del Papa Francisco, si es que en verdad la hay. No se trata del clásico tipo de herejía analizada por los teólogos; es una nueva forma de herejía, la herejía práctica de la subversión en la Iglesia, mediante la cual se convierte a la gente al modernismo al hacerlos vivir de acuerdo con los presupuestos modernistas.
FSSPX EUA: ¿Usted cree que el pontificado del papa Francisco es la razón por la que este tipo de preguntas se han vuelto más frecuentes?
P. Gleize: Más bien digamos que el pontificado del Papa Francisco vuelve estas preguntas más urgentes y obvias. Anteriormente, con Juan Pablo II y Benedicto XVI, ya nos habíamos enfrentado a una teología muy mala que ocasionó graves consecuencias en la Iglesia. El origen de todo esto es el Concilio Vaticano II, cuya trilogía de errores se opuso a la Tradición católica: ecumenismo, colegialidad y libertad religiosa. El falso principio de la libertad religiosa contiene en pocas palabras toda la nueva ética relativista, esa ética circunstancial que se volvió explícita en Amoris Laetitia. Hasta ahora, esas consecuencias morales se encontraban en la fase embrionaria y, desde Paulo VI hasta Benedicto XVI, es decir, los papas que eran conservadores en cuestiones de moral, nadie había querido llegar tan lejos. Por ejemplo, la teología de Juan Pablo II, conserva las principales conclusiones de la moral tradicional (contra el divorcio y la cohabitación), aun cuando están basadas en falsos principios. Pero el papa Francisco ha demostrado ser más lógico que sus predecesores, y deduce las consecuencias de estos falsos principios: la primacía de la persona humana tiene como resultado la relativización de la moralidad, en todos los ámbitos.
FSSPX EUA: Hay quienes opinan que AL permite el adulterio (303) y que eso basta para afirmar que ese documento es hereje. ¿Qué opina usted al respecto?
P. Gleize: Se puede permitir el envenenamiento al decir que es bueno y legítimo envenenar a las personas. Igual que se puede permitir al afirmar que existe un grave deber de preservar la salud y evitar la distribución de alimentos envenenados, añadiendo al mismo tiempo que aquellos que pongan veneno en la sopa que venden tienen el derecho a ser respetados y no deben ser objeto de discriminación. Amoris Laetitia actúa de la segunda manera. El papa Francisco dice que la indisolubilidad del matrimonio es un deber grave, pero añade que los adúlteros no deben ser objeto de ningún tipo de discriminación. Eso equivale a prohibir el adulterio en la teoría y permitirlo en la práctica. El documento sería herético si permitiera el adulterio en la teoría. Si lo prohíbe teoréticamente, entonces no es herético. Pero como lo permite en la práctica, debemos decir que, sin ser herético, favorece la herejía. Esto resulta bastante sutil, pero el modernismo es sutil.
FSSPX EUA: ¿La Iglesia tiene la obligación de determinar la culpabilidad de aquellos que viven en pecado?
P. Gleize: En este punto tendríamos que hacer una distinción muy importante. Para que los pastores de la Iglesia puedan enseñar a los fieles sobre el pecado, tienen que determinar primero qué es un pecado y qué no lo es. Y a partir de ahí, deben determinar cuáles de esos pecados son graves en razón de su objeto moral. Algunos pecados pueden consistir no solamente en una acción pasajera (como el pecado de la fornicación o el adulterio), sino también en una situación objetiva regular (como la unión libre o la cohabitación), lo cual es un escándalo. A partir de esta perspectiva, los pastores tienen la obligación de explicar el valor moral, bueno o malo, de las acciones públicas, pues por el simple hecho de ser públicas, estas acciones se convierten en ejemplos y en una incitación al bien o al mal. Un buen pastor tiene la obligación de señalar a sus ovejas los caminos incorrectos que conducen al precipicio, y alejarlas de ellos. En este sentido, la Iglesia siempre tiene la obligación de decir que vivir en una relación adúltera o cohabitar con alguien es un pecado, aunque con esto no declare la culpabilidad formal de todos los que viven en ese estado.
La Iglesia también está representada por sus confesores, quienes son los encargados de administrar el sacramento de la penitencia. El ministro del sacramento de la penitencia es, antes que otra cosa, un juez, y el confesionario se considera un "tribunal". Juzgar no significa condenar; sino determinar si la persona que se acusa de sus pecados cumple con las disposiciones necesarias para poder obtener perdón de ellos. Después de lo anterior, el confesor ya no puede actuar como juez sino como doctor y padre, al perdonar y mostrar misericordia. Pero esta misericordia supone discernimiento y juicio. Dicho sea de paso, ésta es la razón por la que el confesor tiene la obigación de cuestionar al penitente, para poder discernir si cumple con las condiciones necesarias. Este discernimiento no consiste necesariamente en determinar la culpa pasada o presente del penitente, sin embargo, el sacerdote tiene la obligación de cerciorarse si la persona ha declarado todos los pecados mortales que ha cometido, si está verdaderamente arrepentida de ellos, y si está resuelta a no volver a cometerlos en el futuro. Por lo tanto, el sacerdote puede juzgar, al menos indirectamente, una posible culpabilidad, en caso de que la persona carezca de contrición o de un firme propósito de enmienda.
FSSPX EUA: La proposición 301 de AL dice: “Por lo tanto, ya no es posible decir que todos aquellos que se encuentren en alguna situación “irregular” viven en estado de pecado mortal y están privados de la gracia santificante." ¿No enseña el Concilio de Trento que Dios da gracia suficiente a todos? Y, por lo tanto, a la luz de esta enseñanza, ¿no es correcto abstenerse de este juicio, como lo hace AL? De otro modo, ¿no habría una contradicción al decir que las almas que viven en una situación irregular están privadas de la gracia y al mismo tiempo decir que Dios concede su gracia a todos?
P. Gleize: El Concilio de Trento (en el canon 17 sobre el Decreto de la Justificación) censura precisamente el error que afirma que Dios sólo concede sus gracias a los predestinados. Pero también declara en el capítulo 11 que Dios puede abandonar a aquellos que lo abandonan a Él, es decir, que su negativa a conceder su gracia es una posibilidad. Por lo tanto, debemos afirmar lo contrario a lo que enseña Amoris Laetitia, para mantener la coherencia con lo que declara el Concilio de Trento: Dios da su gracia a todos, pero no todos la reciben y, por consiguiente, algunos quedan privados de ella, porque la rechazan. Efectivamente, aquellos que viven en pecado están privados de la gracia, pero por su propia culpa, porque el estado de pecado es en sí mismo un rechazo a la gracia. No se puede cohabitar o vivir en adulterio, ni se puede vivir despreciando la ley de Dios sobre el matrimonio, y al mismo tiempo seguir viviendo en la amistad de Dios recibiendo su gracia. Es verdad que debido a un cierto grado de ignorancia, algunas de las personas que viven en situaciones irregulares no quedarán privadas de la gracia inmediatamente. Pero, sin embargo, hay que decir también que hay otras que sí están privadas de la gracia, porque no viven en la ignorancia. Y también hay que decir que la situación irregular, como tal, constituye una situación en la que normalmente las personas involucradas están privadas de la gracia, a menos que se compruebe la ignorancia invencible. Por lo tanto, el pasaje de AL es muy ambiguo y simplista. Ciertamente promueve una interpretación errónea.
FSSPX EUA: Usted dice que el Papa Francisco aplica una metodología en la que no quiere definir ni ser preciso, negándose así a hacer afirmaciones o negaciones, algo que ha sido un caso muy frecuente desde el Concilio. Pero Ludwig Ott dice: "Al decidir sobre el significado de un texto, la Iglesia no juzga la intención subjetiva del autor, sino el sentido objetivo del texto."¿Podría explicar esto?
P. Gleize: Lo que dice el Padre Ott es correcto, y la conclusión que se saca de ello es que cuando se aborda con precisión el sentido objetivo de un texto, especialmente cuando este sentido está suficientemente claro, la intención subjetiva del autor no lo cambia absolutamente en nada. Por ejemplo, si Vaticano II nos enseña el derecho a la libertad de propagar errores públicamente, esto equivale claramente a conceder la libertad de propagar errores públicamente, puesto que este derecho negativo está basado necesariamente en un derecho positivo.Todos los obispos y teólogos del mundo pueden decir que, al promulgar y aplicar este documento, el papa no tenía la intención de autorizar la libertad para propagar el error, pero el hecho es que el documento autoriza objetivamente esta libertad, y la intención de Juan Pablo II o de Benedicto XVI no cambia en nada las cosas. Pero en este caso, con la proposición del Papa Francisco, no se trata del sentido objetivo de Amoris Laetitia; sino del valor o grado de autoridad del documento. Independientemente del sentido objetivo de un texto, el mismo texto con el mismo sentido objetivo puede ser presentado con valores muy distintos: como un dogma, como una opinión teológica o como una conclusión provisional y debatible. Por ejemplo, podemos decir que "Jesucristo es Dios"; el sentido objetivo de esta afirmación está perfectamente claro. Pero para un católico, esto es un dogma, mientras que para un protestante estricto sólo es una opinión, para un protestante liberal es una hipótesis que actualmente puede debatirse, para un modernista es una fórmula con utilidad práctica, y para los historiadores, es el estado de conciencia de una época determinada. Por consiguiente, en el caso de Amoris, el Papa Francisco efectivamente dice lo que dice y el sentido objetivo está claro; pero no sabemos si lo que dice es un acto Magistral, un acto de enseñanza de la jerarquía de la Iglesia, lo cual obligaría en conciencia a todos los fieles y anularía todas las enseñanzas previas que afirmen lo contrario. Todo lo anterior, son líneas de investigación para una reflexión cuyo objetivo sea eliminar todas las contradicciones. Porque, en realidad, Amoris afirma al mismo tiempo que el matrimonio es indisoluble y que los adúlteros ya no representan un problema.
FSSPX EUA: Usted también dice que "es posible evitar cualquier tipo de relación con un papa notoriamente herético, sin por ello considerarlo como destronado del papado."¿Podría explicar lo que significa esto en la práctica?
P. Gleize: No significa nada, porque esto se refiere a una situación excepcional, una situación anormal, que un católico no puede prever por adelantado ni elegir por su propia libertad. Esto corresponde a una situación en la que la Divina Providencia nos coloca, y es casi la única en la que estamos obligados a colocarnos si queremos seguir siendo fieles. Actualmente, ésta es la situación de los católicos que, aunque reconocen (hasta que haya suficientes pruebas para demostrar lo contrario) que el papa es papa, se niegan legítimamente a obedecerlo en las cosas en las que él mismo desobedece a Nuestro Señor y a todos sus predecesores desde San Pedro. Reconocemos al papa como tal porque rezamos públicamente por él, durante la Visita al Santísimo Sacramento o al mencionar su nombre en el Canon de la Misa. Y por eso, seguimos pendientes a todas las iniciativas provenientes de la Santa Sede en Roma que nos conciernen, en vez de ignorarlas como si esta Sede no nos importara en lo más mínimo y no la consideráramos una autoridad.
FSSPX EUA: Su conclusión es que AL no es herética, sino que "más bien" favorece la herejía. ¿Puede explicar esta diferencia?
P. Gleize: Es la distinción entre una declaración de principio ("el matrimonio es indisoluble") y una forma de actuar en la práctica ("el matrimonio es indisoluble, pero no se debe discriminar a los adúlteros en la Iglesia"). Alguien que favorece la herejía, que admite en la práctica la herejía que aparentemente no admite en la teoría. Esta forma de hacer las cosas es característica de los católicos liberales, quienes no son católicos en la misma medida que son liberales en su forma de actuar.
FSSPX EUA: ¿Qué libros recomienda para estudiar el tema a mayor profundidad?
P. Gleize: Sobre el matrimonio, la encíclica Casti Connubii de Pío XI; sobre la subversión del matrimonio, que es la problemática del catolicismo liberal y del modernismo. Monseñor Lefebvre, en el prólogo de su libro Le Destronaron, dijo: "Si no leen, tarde o temprano se convertirán en traidores, porque no entenderán la raíz del mal." Por lo tanto, es necesario leer buenos libros que expliquen cómo lleva a cabo el liberalismo esta subversión y manipulación: Le Libéralisme est un péché [El Liberalismo es un Pecado] de Dom Salva y Sardany; Liberalismo y Catolicismo del clérigo Alfred Roussel. Todas las obras de Monseñor Lefebvre. ¡Y el Courrier de Rome!
Del 11 al 21 de julio de 2018, se llevará a cabo el cuarto Capítulo General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
Un gran número de católicos se encuentra preocupado por la evolución del Vaticano. Las discusiones en torno a la exhortación postsinodal Amoris Laetitia o los ataques contra el celibato sacerdotal en vista del sínodo anunciado en la Amazonía dejan a los fieles perplejos.
Los cardenales se levantan contra otros cardenales, los obispos contra otros obispos. No son pocos los católicos de buena voluntad que reconocen actualmente que Monseñor Lefebvre tenía toda la razón. Es por esto que todas las miradas - incluso fuera de las filas tradicionalistas - están puestas en el próximo Capítulo General.
El boletín del Distrito de Alemania se reunió con el secretario general de la Fraternidad San Pío X, el Padre Christian Thouvenot, encargado de la preparación del Capítulo.
Mitteilungsblatt : Nos gustaría informar a los fieles sobre el progreso del Capítulo General del 2018. ¿Podría comenzar presentándose y explicando cuál es el cargo que desempeña en la Casa General?
Padre Christian Thouvenot: Soy sacerdote desde el año 2000, y ocupo el cargo de secretario general desde el 2008. Mi trabajo consiste en dar seguimiento a la correspondencia de la Casa General con los seminaristas y los distritos, así como con los miembros, actualizando los expedientes de los miembros sacerdotes, hermanos, oblatas y seminaristas. Me ocupo de registrar las deliberaciones del Consejo General y de transmitir sus decisiones a los superiores correspondientes. Finalmente, también estoy a cargo de los archivos y de la comunicación de la Fraternidad.
La Fraternidad es dirigida por un Superior General, quien es ayudado por dos asistentes, ¿estos tres han sido elegidos?
Efectivamente, la Fraternidad es dirigida por tres superiores elegidos para un mandato de doce años de duración. Sus atribuciones están relacionadas con el buen funcionamiento de la Fraternidad, la organización del apostolado, las nominaciones en las distintas partes del mundo, etc. Deben procurar, según los Estatutos, mantener y aumentar en los corazones de todos los miembros "una gran generosidad, un profundo espíritu de fe, un celo ardiente al servicio de la Iglesia y de las almas". Estos tres superiores tienen su hogar en Menzingen, donde pueden descansar entre dos carreras apostólicas, al mismo tiempo que trabajan, rezan, estudian...
La Fraternidad ha crecido bastante en los últimos años. Hace poco publicaron ]]>![cdata[algunas estadísticas ]]>![cdata[sobre el tema. ¿Podría hablarnos un poco más al respecto?
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X está creciendo lenta pero constantemente. En todas partes, las obras necesitan de apoyo y renovación en sus puntos fuertes. Es por esto que es tan importante no dejar de pedir y orar para alcanzar muchas vocaciones sacerdotales y religiosas, y especialmente muchos sacerdotes santos.
Pasemos al tema del Capítulo...
El próximo mes de julio se llevará a cabo el cuarto Capítulo General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Esta reunión es importante puesto que en ella se elegirán a los superiores mayores para los siguientes doce años, y se verificará si la Fraternidad permanece fiel a sus estatutos y a su espíritu. Es una oportunidad para hacer una revisión sobre el apostolado, el desarrollo de las obras, la vida de comunidad, los medios de santificación de los miembros, etc. El Capítulo tendrá lugar en el seminario de San Pío X en Êcone, en donde se reunirán todos los superiores de distrito y de seminarios, los obispos y los miembros más antiguos de la FSSPX. Será precedido por un retiro sacerdotal para una buena preparación.
¿Cuál es el objetivo de un Capítulo?
Como ya he dicho, el Capítulo tiene como objetivo elegir a los superiores mayores y verificar la aplicación de los estatutos. Todos los miembros pueden escribir al secretariado general para dar a conocer su opinión, sus deseos o compartir sus dificultades. Todas estas opiniones serán objeto de síntesis y discusión durante el Capítulo.
¿Quién puede ser elegido como Superior General?
Puede ser elegido cualquier miembro sacerdote, que tenga por lo menos 30 años de edad y que haya profesado sus compromisos perpetuos con la Fraternidad. ¡Esto representa una lista de 462 nombres elegibles! El Superior General se elige con una mayoría de 2/3 de los votos, y los asistentes con la mayoría absoluta. Las elecciones, en las que participan los 41 miembros del Capítulo, se realizan en votación secreta.
Los estatutos redactados por Monseñor Lefebvre establecen que el Superior General debe buscar el reconocimiento pontifical de la Fraternidad San Pío X. ¿Se discutirá el tema de la prelatura personal?
Efectivamente, nuestros estatutos establecen que la Fraternidad debe tomar "los pasos necesarios para ser reconocida pontificalmente."Ésta fue la preocupación de Monseñor Lefebvbre contra la supresión injusta e ilegal de la Fraternidad en 1975, y al momento de las propuestas de reconocimiento canónico que formuló en 1987. Pero nuestro estado legal es una consecuencia de la situación anormal de la Iglesia y del mal juicio que se nos hace. Nosotros somos católicos, romanos, profundamente unidos al papa y a la jerarquía de la Iglesia, pero en la fe católica. Seguimos al papa, vicario de Cristo y sucesor de San Pedro, no a Lutero ni a Lamennais. Reconocemos el magisterio, la autoridad del Pontífice romano y de los concilios, pero en la continuidad de la Tradición, no en las novedades que corrompen la fe, la liturgia y la doctrina de la Iglesia.
Para responder a su pregunta, es probable que el tema del estatuto de la Prelatura Personal surja en el Capítulo. Pero el Superior General es el único responsable de conducir a la Fraternidad y de manejar las relaciones de la Tradición con la Santa Sede. Monseñor Lefebvre, en 1988, tuvo a bien aclarar este punto.
En su opinión, ¿qué otros temas importantes para la vida de la Fraternidad debe atender el Capítulo General?
El Capítulo examinará todos los aspectos de la vida cotidiana, verificará la administración de los bienes, sin duda abordará también algunos temas sobre la perseverancia, las escuelas, las misiones, el desarrollo de las obras y la aplicación de los estatutos en nuestras comunidades.
El corazón de la Fraternidad son los seminarios. ¿Qué problemas deben ser solucionados a este respecto? En el pasado usted tenía un cargo relacionado con la enseñanza y, por tanto, tenía que tratar con los estudiantes...
Ciertamente, los seminarios son el corazón de la vida de la Fraternidad, la cual es, antes que otra cosa, una obra de restauración del sacerdocio católico, y, por tanto, de formación para dotar a la Iglesia de los sacerdotes que ésta tanto necesita. La prioridad es asegurar una formación de buen nivel, y disponer de un profesorado competente, el cual debe también ser capaz de acompañar a las vocaciones para que suban uno a uno los escalones del altar y cultiven las virtudes sacerdotales.
Las Hermanas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X también celebrarán este año su Capítulo General...
Efectivamente, las Hermanas de la Fraternidad San Pío X celebrarán su propio Capítulo en la primavera. Ellas trabajan incansablemente al lado de los sacerdotes, y sus vidas religiosas aportan demasiado a los prioratos y a las escuelas a los que se dedican.
¿Qué pueden hacer los fieles en relación con el Capítulo?
Los fieles pueden empezar a rezar desde ahora por las intenciones del Capítulo y, hablando más generalmente, por el desarrollo de la Fraternidad como obra de la Iglesia, como lo deseó su venerable fundador. Pienso particularmente en los miembros de la Tercera Orden que comparten más estrechamente nuestro espíritu e intenciones, que a menudo se dedican a ayudar a los prioratos y que aportan diariamente el sufragio de sus oraciones a esta obra providencial.
Caminar pisándose uno mismo el zapato es una tarea difícil. No imposible, pero fastidiosa. Cualquiera de niño ha jugado a esto. Quiero dar un paso con la pierna derecha a tiempo que me piso la punta del pie con el talón del izquierdo. Si solamente “mordemos” la punta, vamos avanzando con cierta inestabilidad y lentitud. Si lo pisamos sobre el empeine, adiós al movimiento.
Pase como juego de niños. El problema grave es cuando lo practican los adultos. Y no como juego, que, no ofendiendo las buenas costumbres, cada uno se divierte como le parece, sino expresión de falta de coordinación o vicio en la forma de desplazarse. Física y moralmente, que es la cuestión aquí.
Hacer las cosas difícilmente y de un modo torcido, cuando se pueden hacer de manera más sencilla y derecha. El impedimento de avanzar con rectitud hacia una meta, intelectual o moral. Se avanza mal hacia un lugar cuya existencia está en duda o de la que de a ratos se tienen claridades y en otros, penumbras. Una enfermedad moral, analogable a los movimientos espasmódicos de las personas afectadas por parálisis, que caminan con dificultad porque su cuerpo está contrahecho. Alcanzar tal meta, personal, familiar, espiritual, material, pero no poner los medios para llegar al objetivo. Dudas, falta de voluntad para afrontar las consecuencias, pereza que impide comprometer el esfuerzo necesario… Confusión, estos son los motivos de este progreso contrahecho y tantas veces fallido.
Toda esta introducción tiene sentido, me parece, si buscamos una forma simple de explicar algo que está en buen camino pero no avanza a buen paso sino en zigzag, o a ritmo de comparsa. Cuando no se detiene o se desvía. Leí la declaración final de la Conferencia en Roma; Iglesia Católica, ¿dónde vas? y vino a la mente esta imagen que también publiqué al pie como comentario del texto:
Uno tiene la impresión, al leer la declaración final y habiendo repasado las entrevistas y los resúmenes de las conferencias, que estos clérigos quieren dar un paso adelante con el pie derecho en la restauración de la Iglesia. Pero a la vez se pisan el zapato con el pie izquierdo.
Naturalmente, los puntos centrales de la declaración son doctrina dogmática indiscutible. Nada que decir sino enhorabuena por profesar y enseñar estas verdades, reverendos clérigos y estimados fieles. Es el contexto lo que empaña esta declaración y en cierto modo la vuelve un martillazo de gomaespuma.
En primer lugar, la cita de Lumen Gentium 33. Para justificar la participación de los fieles en la defensa de la Fe, y el “sensum fidei fidelium” que se invoca en las conferencias previas a la declaración. ¿Por qué citar un documento donde precisamente el tema ha sido manoseado con intención de desvirtuar el sentido tradicional y no acudir a las fuentes prístinas de la teología y la Tradición de la Iglesia. Trento, Vaticano I, etc.
Luego viene la referencia al beato Cardenal Newman, figura descollante de la Iglesia moderna, maestro de toda una generación de conversos al catolicismo desde las vacías formalidades del anglicanismo. Crítico de mirada penetrante que hizo su camino en subida por un peñasco casi impracticable: del anglicanismo al catolicismo a puro músculo intelectual y rectitud moral. Y desbrozó, de paso, algunos zarzales que habían crecido en las laderas del catolicismo. Respeto y admiración.
Nada que objetar, pero sí señalar que como cimiento para apoyar tan importante declaración, bien hubiera podido buscarse una peña más inconmoviblemente consagrada por la historia de la Iglesia que un ensayo del Card. Newman. Parece que ha primado en esta elección una razón estética más que teológica. Y es que él luce muy bien ante el público anglosajón, y probablemente los patrocinadores de este congreso sean principalmente de este origen y apunten a ese público.
La primera razón me parece grave, la segunda desluce.
La primera es grave porque se quiere fundamentar una acción restauradora en un texto del Concilio que causó la necesidad de tal restauración. De algún modo, monumentos a las causas y cadalsos a las consecuencias. Esto se ve muy claro y repetido en estos cardenales juanpablistas y benedictistas. No quieren apartarse del Concilio Vaticano II, ni admiten, al menos en público, que estamos empantanados en los lodos de aquellos polvos. Dicho esto con aprecio y esperanza en ellos.
Y un tercer punto que me desasosiega: Al oír a estos venerables clérigos, sus referencias a San Atanasio y el arrianismo, a la “papolatría”, etc. se siente una escalofrío de dejà vu. Los tradicionalistas venimos diciendo esto desde hace más de cuarenta años. Y haciendo lo posible, con razonable éxito con la gracia de Dios.
El Card. Burke ha dicho hace poco que la última atribución del periodista Scalfari a Francisco, la famosa negación de la existencia del infierno y la teoría de la destrucción de las almas malvadas, ha pasado los límites de lo tolerable. Y tiene razón. Pero no advierte, o no manifiesta advertir, que los límites tolerables se pasaron mucho antes, con la reforma litúrgica, los mea culpa, los Asís, y una innumerable cantidad de declaraciones de papas conciliares previos. Con el Concilio mismo. ¿Ninguno de ellos se dio cuenta en su momento?
Asumimos que no, por las razones que sea, concediéndoles como corresponde el beneficio de la duda. Ahora bien, ¿es razonable decir esto ahora, que el buque se hunde a toda velocidad y no aludir siquiera a quien, en cumplimiento de sus mismas responsabilidades como pastor de la Iglesia, dijo que las cosas habían pasado el límite de lo tolerable hace más de 40 años?
20 de diciembre de 1966, Carta al Card. Ottaviani, prefecto de lo que actualmente se llama Doctrina de la Fe: “En consecuencia, impulsado por los hechos, hay que concluir que el Concilio ha favorecido de una manera inconcebible la difusión de los errores liberales. La fe, la moral y la disciplina cristiana son conmovidas en sus fundamentos, tal como lo predijeron todos los Papas”.
Hoy parece que solo la moral moviliza una reacción, enhorabuena, pero para curar esta llaga y ¿no la pestilencia? Si Francisco respondiera a las dubia como corresponde, ortodoxamente ¿se acabaría el problema? Entiendo que se planteen las dubia, pero no solo las dubia sobre Amoris Laetitia.
El 29 de agosto de 1976 se realiza una declaración que ha resultado ser un hito en la vida del movimiento tradicionalista.
“Nosotros lo decimos llorando. Porque ¿qué quisieron los católicos liberales durante un siglo y medio? Casar la Iglesia con la Revolución. Casar la Iglesia con la subversión. Casar la Iglesia con las fuerzas destructoras de la sociedad, de toda sociedad, desde la sociedad familiar y la sociedad civil, hasta la sociedad religiosa. Y este casamiento de la Iglesia está inscrito en el concilio: tomen el esquema Gaudium et Spes y encontrarán allí: hay que casar los principios de la Iglesia con las concepciones del hombre moderno.
¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que hay que casar a la Iglesia, la Iglesia católica, la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo con principios que son contrarios a esta Iglesia, que la minan, que siempre han estado contra la Iglesia. Y es precisamente este casamiento el que fue intentado en el Concilio por hombres de Iglesia. Y no por la Iglesia. Porque jamás la Iglesia puede admitir una cosa así.
Durante un siglo y medio precisamente todos los soberanos pontífices condenaron ese catolicismo liberal, rechazaron ese casamiento con las ideas de la Revolución, con las ideas de aquellos que adoraron a la diosa razón. Los papas jamás pudieron aceptar cosa semejante. Y en nombre de esta Revolución algunos sacerdotes subieron al cadalso, algunas religiosas igualmente fueron perseguidas y asesinadas. Recuerden los pontones de Nantes, donde eran amontonados todos los sacerdotes fieles y eran hundidos mar adentro. Eso es lo que hizo la Revolución.
Bueno, yo les digo, mis queridísimos hermanos, lo que hizo la Revolución no es nada al lado de lo que ha hecho el Vaticano II. Nada. Más hubiera valido que los treinta y cuarenta y cincuenta mil sacerdotes que abandonaron la sotana, que abandonaron su juramento hecho ante Dios, sean martirizados y vayan al cadalso; habrían por lo menos ganado su alma”.
(…)
“Ah, hay un consejo que quisiera darles: es preciso que no se pueda decir de nosotros, de estos católicos que somos —no me gusta mucho el término de "católicos tradicionalistas", dado que no veo lo que pueda ser un católico que no es tradicionalista: la Iglesia es una tradición; y por otra parte, ¿qué serían los hombres si no estuvieran dentro de la tradición? ¡Pero si no podríamos vivir!
Hemos recibido la vida de nuestros padres, hemos recibido la educación de los que estaban antes de nosotros. Somos una tradición. Dios lo ha querido así. Dios ha querido que las tradiciones vayan pasando de generación en generación tanto para las cosas humanas, para las cosas materiales, como para las cosas divinas. Por consiguiente, no ser tradicional, no ser tradicionalista, es la destrucción de uno mismo, es un suicidio.
Entonces, somos católicos, seguimos siendo católicos. Que no existan divisiones entre nosotros. Precisamente si somos católicos, estamos en la unidad de la Iglesia, la unidad de la Iglesia que está en la fe. No hay unidad sino en la fe. Entonces nos dicen: "Ustedes tienen que estar con el Papa, el Papa es el signo de la fe en la Iglesia".¡Claro! en la medida en que el Papa manifieste su estado de sucesor de Pedro, en la medida en que se hace eco de la fe de siempre, en la medida en que trasmite el tesoro que debe trasmitir. Porque una vez más, ¿qué es un Papa? Es el que nos da los tesoros de la tradición y el tesoro del depósito de la fe, y la vida sobrenatural por los sacramentos y por el sacrificio de la Misa”.
Esto lo dice alguien que rechaza ser llamado “jefe del tradicionalismo” y advierte sobre el nombre mismo, “tradicionalismo” para que no lleve a confusión. Hoy ya está consagrado como “nombre de guerra”, pero la advertencia sigue vigente. Lo mismo que las demás advertencias: “La fe, la moral y la disciplina cristianas son conmovidas en sus fundamentos”. Póngale un nombre a esta predicción, el que quiera. Pero no lo limite a Amoris Laetitia. Mucho menos invoque las causas en contra de las consecuencias...
Nota. Si tienen la paciencia y el tiempo, un par de vídeos sobre el personaje que dijo esto hace más de 40 años. Para valorar la situación actual en su justa medida.
Un sacerdote de la FSSPX de EE.UU. está al borde de la muerte por un fallo producido por problemas renales crónicos. Se ruegan oraciones. ]]>![cdata[https://t.co/4MKUVY9uAO]]>![cdata[
La feligresía sobre la que se inició en su momento el tradicionalismo religioso en la Argentina era fundamentalmente heredera del pensamiento nacionalista, formada por los sacerdotes más esclarecidos de ese país.
Paradójicamente, la noticia de su creciente popularidad en línea coincide con la constante caída en el número de fieles que asisten a las audiencias de la Plaza de San Pedro, anunciada en un artículo escrito por Valentina Conti, el 2 de julio del 2017: "Si se observan las cifras proporcionadas por la Prefectura de la Casa Pontificia, desde el 2015 una lenta pero constante hemorragia ha adquirido proporciones preocupantes en poco menos de dos años.
Un querido amigo ha publicado en el blog de Cabildo y en Panorama Católico el artículo “Nacionalcatolicismo”. En él sostiene una tesis y muestra datos que la hacen más que verosímil. Mi propósito en este comentario es aportar otros datos en el mismo sentido, y ampliar el alcance de la influencia a lo que se podría llamar un aporte indirecto (aunque no tanto) de las mismas fuentes.
La peregrinación de la FSSPX a Fátima los días 19 y 20 de agosto fue tal vez la más numerosa de la historia de esta institución. Se estima que participaron unos 10.000 fieles. Más de 150 sacerdotes además de seminaristas, hermanos y religiosas.
La persona de Lefebvre es remansada, acogedora. No estamos frente a un energúmeno. Bastaba mirar sus ojos, a los que veo todavía hoy como claros y serenos. Una voz tranquila, no declamatoria, sensata. Su palabra mesurada y esperanzadora.
Don Davide (con acento en la a), o sea el P. Pagliarani, es el nuevo Superior General de la FSSPX. Mucha gente se pregunta de dónde salió. ¿Qué significa esta promoción inesperada de un cura raso a la máxima jerarquía? Otros, menos informados todavía, señalan un desorden inaceptable: ¿desde cuándo un simple presbítero va a ser superior de obispos? Estos lefebristas están todos locos.
“Nos adherimos de todo corazón y con toda nuestra alma a la Roma católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esa fe; a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad. (...) Ninguna autoridad, ni siquiera la más elevada en la jerarquía, puede obligarnos a abandonar o a disminuir nuestra fe católica, claramente expresada y profesada por el magisterio de la Iglesia desde hace veinte siglos.
Declaración de Mons. Lefebvre del 21 de noviembre de 1974. "Nos adherimos de todo corazón, con toda nuestra alma, a la Roma católica guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias al mantenimiento de esa fe, a la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad" ...
El 11 de febrero de 2013, Benedicto XVI nos abandonó. Una huída que él mismo había previsto el día de su coronación como Sumo Pontífice. “Rezad para que el pastor no huya ante los lobos”. Finalmente, el pastor huyó y los lobos se hicieron cargo del rebaño. No obstante la cual infirmeza debemos agradecerle algunas cosas.
En estos meses, desde su visita a Chile, Irlanda y con la publicación de los desastres morales que afloran en todas partes, curiosamente siempre relacionados con conocidos, protegidos o favorecedores de Francisco, su posición se ha vuelto sumamente delicada. Tal el caso de la impresionante protección que brindó a Mons. Zanchetta, ex obispo de Orán, Salta,cuyos detalles se pueden conocer en este artículo